jueves, 23 de junio de 2016

El Poder

El hombre necesita para sobrevivir que la suma de siglos lo guíe en el vértigo de su propia historia, enseñándole a través de la experiencia que la sensatez debe prevalecer sobre las siniestras utopías y que el apetito de poder que las alimenta sólo conduce a la tiranía. Convierte a las sociedades por más evolucionadas que sean en masas amorfas, incapaces de asumir la responsabilidad de su suerte o destino, contaminadas por la aparición de lo inhumano que perpetúa nuestra ignominia.


viernes, 17 de junio de 2016

Sobre lo cotidiano

Muchas, muchísimas veces sentimos una necesidad imperiosa de huir hacia lo desconocido, de cambiar toda nuestra vida, yéndonos a otro país extraño ajeno al nuestro, en el que tendríamos nuevos amores, nuevas pasiones, nuevas ambiciones, nuevos dolores y pesares. Lo cotidiano aburre, nos somete al tormento de la repetición de nuestros actos, a imitarnos cada día a nosotros mismos. Lo desconocido tienta como si halláramos en ello el poderoso impulso que hará desaparecer esa fatiga consecutiva por existir que atosiga. Pero lo desconocido también asusta al saber que traerá la misma historia de repeticiones y las mismas necesidades que padecemos, y que no significará como pensamos recomenzar una nueva vida en un vigoroso futuro, sino que contendrá el viejo aburrimiento que lleva a anhelar el suicidio.


viernes, 10 de junio de 2016

Ilusiones

Al hombre, cuando niño la vida le sonríe, piensa qué cosas hará cuando sea adulto, preparándose para gozar de una felicidad que ansía aunque no sepa, concretamente  en qué consistirá. Es, entonces, que confundido por nuestros pobres anhelos, que no duran mucho, que se mudan de un día para otro, trocándose en un nuevo anhelo acaso más tonto que el primero, no sabe que un destino de despojos lo aguarda. Los años que son implacables, lo privarán  de pronto de sus ilusiones, antes que logre realizar algunos de los sueños de su desaparecida juventud. Y que su única dicha será saber que nada lo hace menos desgraciado que seguir soñando.


jueves, 2 de junio de 2016

De la voluntad

Ingenuamente creemos que bastará sólo nuestro propósito para que adquiramos la certeza de contar con una voluntad propia. Sin embargo, la más de las veces son los deseos ajenos los que nos vendan los ojos y engañan para que juzguemos como propios actos que no son sino reflejos de otros actos, que no nos pertenecen. Pensamos que obramos libremente cuando estamos encadenados a los deseos de quienes nos alimentan y visten a cambio de nuestra sumisión, contra la que no nos rebelamos, negándonos a aceptar que "verdadero es el discurso que dice las cosas como son, y falso el que las dice como no son".