jueves, 25 de febrero de 2016

El tiempo del amor

¿Es el deseo lo que nos empuja al Eros o el Eros es una enfermedad del espíritu bienvenida, trágicamente dolorosa al tiempo que dulce y mágica? No, el amor erótico más que el deseo es una necesidad del hombre en la que el espíritu se entrega al ser amado en la búsqueda de la continuidad de nuestro propio ser a través del otro, en el esfuerzo por colmar la desolación de nuestra existencia. Y en él, no se satisface la voluptuosidad de los sentidos sino el ansia inasible sobre la que reposa toda nuestra vida de fundir nuestro ser con el de la persona amada para afirmar nuestra más intensa negación de la muerte.

El hombre vive el tiempo preguntándose si la vida tiene o no sentido, en la interminable sucesión de los actos que él no existía el devenir, que tampoco existirá después de la muerte, porque el tiempo le pertenece a él y no al cosmos ni a Dios.

Y que preferible es gozar de su lentitud que de su sórdida rapidez.


martes, 2 de febrero de 2016

De la Inocencia

La inocencia es contraria a la "sapientia", a la "rerum cognitio", a la sabiduría. Si Dios creó al hombre fue para que conociera del bien y el mal. Por eso Adán y Eva comieron la mítica manzana para después, asombrados de encontrar sus cuerpos desnudos, cubrieran sus partes con hojas de parra, antes de ser expulsados del Edén en el que moraban y aventurarse solos en los peligros de la selva umbría, de la que nos habla Dante en su comedia. Comenzó así nuestro trágico destino, merced a la desobediencia de nuestros padres que se entregaron a los vicios y pasiones, desasidos de la mano de Dios. El hombre, perdida su inocencia, quiso conocer todo aquello que escapara de la abrumadora trivialidad del paraíso y rechazó la eternidad en la que Dios quiso petrificarlo. Desde entonces su retorno a la inocencia es imposible.