miércoles, 9 de mayo de 2018

EL ODIO NOS MANCHA

  Desamparados del bien nos entregamos al mal cuando odiamos. Ahogados en él, asistimos a la ruina de nuestros deseos más nobles, padeciendo la tara de la venganza y el fanatismo de la infamia.


  El odio es ciego. Las pasiones que lo alimentan nos abandonan a la soledad más desesperada, a una esterilidad del corazón que es su trágica e impura desvergüenza. El odio es la apoteosis de la podredumbre en la que tercamente queremos encenagarnos. El mal mancha, pero el bien no lava la mancha del mal sino la agranda.