¿Quién podrá redimir a los desposeídos y socorrerlos del desamparo en el que se encuentran sumidos desde hace siglos?
¿Quién al fin condolido de su suerte los rescatará de un destino de despojos?
Los que creen que sólo cumpliendo con los preceptos de su iglesia salvarán su alma, olvidan que el bien en sí mismo como finalidad pura y como la última aspiración de nuestro ser, no se logra practicando reglas o mandamientos, sino la ansiada virtud.