jueves, 31 de diciembre de 2015

PENSAMIENTO

El gran drama de Dios es que Él sabe que no puede cambiar el mundo, aunque lo desee con toda su omnipotencia. Y los que creen que el cuerpo del hombre es la prisión del alma de la que debe liberarse para aproximarse a Dios están equivocados. El cuerpo del hombre alberga como parte consubstancial de su ser el alma, la que nos revela como razón y potencia mediadora entre el hombre y todas las cosas, en la medida que se aleja de Dios para construir su propio mundo moral. Quiénes dicen infatuados y seguros de sí que Dios ha sido olvidado no saben que quien ha sido olvidado es el hombre.


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