¿Acaso la razón del hombre no ha penetrado en el firmamento? Cicerón se preguntaba y seguía preguntándose ¿Por qué los dioses pueden ser venerados y recibir culto si nosotros no hemos recibido ningún beneficio de ellos? Pues bien, él dijo: Nada hay tan dulce como la ocupación de las letras, merced a las cuales conocemos las cosas altas y bajas en su orden y simetría arrancando a nuestro espíritu de las tinieblas, guiándolo en medio de los azares de la vida. Y tenía razón, cultivándolas somos dueños absolutos de la perfección sensible, que esconde nuestro propio ser y que sacamos a la luz.
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